Un informe en español y checo sobre discriminación cotidiana, el doble rasero de las instituciones y el papel del Defensor del Pueblo Stanislav Křeček.

1.El caso del cartel “Solo para checos”

Según informa el único medio que de manera constante documenta crímenes de odio y racismo institucional en toda la República Checa, el portal de noticias Romea.cz, un club publicó en redes sociales un cartel con la frase: “Solo para checos”.

Romea.cz es un portal independiente de noticias fundado en 2003, especializado en la cobertura de la minoría romaní y en denunciar el racismo en la sociedad checa. Sus reportajes y análisis se han convertido en la principal referencia sobre discriminación, violencia de odio y exclusión institucional, llenando un vacío que los grandes medios suelen ignorar.

2. El papel de la Inspección Comercial Checa (ČOI)

La Inspección Comercial Checa intervino y calificó el anuncio como discriminación, porque excluir a clientes por ciudadanía ya constituye un trato desigual.

a Česká obchodní inspekce (ČOI) es la Inspección Comercial Checa, organismo estatal creado por la ley n.º 64/1986 para proteger a los consumidores, vigilar que las empresas cumplan la normativa y sancionar prácticas desleales, fraudes en facturación y discriminación en el acceso a bienes y servicios. En teoría, está para equilibrar la relación entre ciudadanos y empresas; en la práctica, sus actuaciones son selectivas.

3. Cuando la discriminación no es mediática: silencio institucional

La ČOI sancionó el cartel de “Solo para checos”. Lo hizo porque era mediático, estaba en Instagram y no podía pasarlo por alto.

Pero cuando se trata de abusos menos visibles, la reacción es otra. En mis denuncias contra la empresa pública Centra a.s. la ČOI siempre repitió el mismo guion: no es nuestra competencia.

a) Cobros sin desglose. Aumentos repentinos. Documentos sin firma. Plazos de ley incumplidos. Amenazas de embargo. Todo eso lo presenté con pruebas.

b) La respuesta fue siempre igual: su caso es civil, vaya a un abogado. O bien: presente un ADR. Un mecanismo que no obliga a nadie y casi nunca protege al consumidor frente a una gran empresa.

c) La ČOI se limitó a cartas de plantilla. Ninguna investigación. Ninguna sanción.

d) El contraste es brutal: cuando hay un cartel racista en redes, la ČOI actúa. Cuando una institución pública abusa de una inquilina concreta, se esconde tras el papeleo.

Cuando a las minorías y extranjeros se les violan derechos y no hay foco mediático, la ČOI desaparece. No interviene ni siquiera en lo que sí es de su competencia: prácticas comerciales desleales, facturas engañosas, cobros ilegales. Ahí, el silencio institucional es la norma.

4. Racismo cotidiano disfrazado de “normas internas”

El cartel de “Solo para checos” no es un hecho aislado. En la vida diaria y en internet abundan casos similares, aunque no lleguen a los titulares. Bares y discotecas que niegan la entrada a jóvenes romaníes con el argumento de “clientes habituales”. Anuncios de alquiler donde se lee entre líneas “přednostně pro Čechy” — preferiblemente para checos — que en realidad significa solo para checos blancos. Mensajes en redes sociales donde grupos locales publican convocatorias con frases como “jen pro naše lidi”, excluyendo a cualquiera con piel más oscura. Estas prácticas rara vez generan sanciones, porque no hay cámaras ni repercusión pública. Sin embargo, construyen un muro invisible que separa a los “checos verdaderos” de todos los demás, incluso si esos otros también son ciudadanos checos.

5. El mito de que “checo” significa blanco

La idea de que “checo” equivale a blanco mayoritario está documentada desde hace décadas. Encuestas del Centro de Investigación de la Opinión Pública muestran que más del 60 % de la población expresa abiertamente rechazo hacia los romaníes, a pesar de que la mayoría son ciudadanos checos. Informes de la Agencia de Derechos Fundamentales de la UE y de Amnistía Internacional han denunciado que en la práctica se les trata como extranjeros perpetuos. Incluso el Estado reconoció en 2021 el concepto de antigypsyism como forma específica de racismo. Sin embargo, ese reconocimiento no ha cambiado la realidad: en el imaginario popular, “checo” se sigue usando como sinónimo de “blanco”, y todo lo demás queda fuera de la identidad nacional.

El hecho no es aislado. Romea.cz ha reportado reiteradamente casos similares: desde tiendas que niegan la entrada a personas con perros de asistencia hasta establecimientos que segregan a los romaníes de forma abierta o encubierta. El patrón es el mismo: medidas presentadas como “seguridad” o “normas internas” que en realidad sirven para marcar quién es considerado parte de la sociedad y quién no.

¿Por qué ocurre este fenómeno aquí? Porque el racismo contra los romaníes y contra cualquier persona de piel más oscura está normalizado y tolerado desde hace décadas. Aunque los romaníes sean ciudadanos checos, la palabra “checo” en el lenguaje popular se usa como sinónimo de “blanco mayoritario”. Así, un cartel que parece absurdo — porque la mayoría de romaníes tienen pasaporte checo — se entiende en la práctica como “solo blancos”.

6. Křeček y la paradoja del Defensor del Pueblo

Las autoridades podrían desmantelar esta discriminación, pero no lo hacen. Los partidos políticos han descubierto que el discurso antirromaní da votos, y prefieren mantenerlo. Muchas instituciones están copadas por personas que permiten la discriminación o incluso la promueven

. En algunos casos, los propios racistas ocupan puestos clave. Basta un ejemplo: Stanislav Křeček, abiertamente racista y xenófobo, dirige nada menos que la oficina del Defensor del Pueblo. Es como poner a un zorro a cargo del gallinero. ¿Quién lo colocó allí? Otro político con poder y los mismos prejuicios.

Stanislav Křeček ha negado en repetidas ocasiones la existencia del racismo en Chequia. En sus declaraciones ha minimizado el antigitanismo, ha responsabilizado a los romaníes de su propia exclusión y ha atacado a las organizaciones que trabajan por los derechos humanos. Con ese historial, su papel al frente de la institución que debería investigar la discriminación se vuelve una paradoja peligrosa. Para las minorías, encontrarse con él es como chocar contra un muro: en lugar de apoyo reciben justificación de los prejuicios mayoritarios. El resultado es evidente: menos confianza, menos denuncias y una sensación generalizada de indefensión frente al Estado.

Křeček no solo carga contra los romaníes. También ha atacado a refugiados y solicitantes de asilo, presentándolos como amenaza para la sociedad checa. Ha declarado que “los refugiados no quieren integrarse”, que “traen problemas de seguridad” y que el país no debe abrir sus puertas. Estas posiciones, más propias de un político populista que de un Defensor del Pueblo, refuerzan la xenofobia institucional. El mensaje es devastador: si el máximo garante de derechos habla así de quienes buscan protección, ¿qué pueden esperar en los tribunales, en las oficinas de extranjería o en la policía? Para miles de personas, la figura que debería ser refugio se ha convertido en símbolo de hostilidad.

7. Un patrón estructural, no casos aislados

Lo que queda claro es que la discriminación no es una anomalía ocasional, sino un mecanismo estructural. Se castiga solo lo más visible, como un cartel en Instagram, mientras el racismo cotidiano sigue intacto en las escuelas, en las oficinas públicas y en la política. Y ese es el verdadero problema: que lo que debería proteger a las víctimas de odio está en manos de quienes lo justifican.

8. La justicia que calla: tribunales y fiscalías

La justicia checa tampoco interviene donde debería: los tribunales y fiscalías no rompen con la cultura institucional de desprotección. Según informes del European Roma Rights Centre y Fair Trials, los romaníes enfrentan discriminación en todas las etapas del proceso penal, desde la policía hasta los jueces y abogados. Es un prejuicio institucionalizado, presente incluso cuando el sistema niega su existencia.

El caso emblemático de D.H. y otros v. República Checa mostró que la segregación escolar contra niños romaníes no era casualidad, sino un patrón estructural. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos lo declaró ilegal en 2007.

Aun así, la cantidad de casos reconocidos como discriminación efectiva sigue siendo mínima. Solo 56 casos llegaron al Tribunal Europeo bajo el artículo de discriminación, y apenas 3 fueron considerados violaciones.

Ese silencio judicial es más elocuente que cualquier declaración oficial. Sin cobertura mediática, emerge un mensaje claro: para el sistema, ciertas víctimas no existen.

Ilustrační obrázek: nápis ‘STOP RACISMU’ jako výzva proti diskriminaci.

por cronicasexilio

Periodista y defensora de derechos humanos. Actualmente en el exilio en Europa, donde continúo denunciando la discriminación, el racismo y el auge del neonazismo. En este espacio comparto crónicas, investigaciones y reflexiones desde la resistencia.

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