
Diversidad de escaparate en un país que excluye
La República Checa exhibe un récord de candidatos romaníes en 2025, pero el poder sigue siendo cero. Es, en definitiva, diversidad de escaparate en una sociedad donde el racismo y la exclusión crecen sin pausa.
Más nombres, menos poder
Quince nombres romaníes aparecen en las listas de partidos checos este año. Algunos incluso en formaciones xenófobas que han construido su discurso atacando a los rom. Es la paradoja del tokenismo: más rostros visibles, más exclusión real.
Un récord que no cambia la realidad
En 2025 se rompe un récord: quince candidatos romaníes figuran en las papeletas electorales, la cifra más alta desde la transición democrática. Sin embargo, el número no se traduce en poder efectivo. La mayoría ocupa posiciones secundarias, lejos de tener opciones reales de alcanzar un escaño. Por lo tanto, lo que se vende como avance es, en realidad, una estrategia de escaparate.
La contradicción con el electorado de SPD
El caso de SPD, el partido nacionalista de Tomio Okamura, muestra la contradicción con toda claridad. Esta formación ha construido su popularidad sobre un discurso abiertamente hostil hacia los rom. Sus votantes lo saben y lo celebran. En consecuencia, cuando aparece un nombre romaní en la lista, no lo interpretan como inclusión, sino como un gesto cosmético.
No votan por esa persona, votan por Okamura y por el mensaje de exclusión. El partido, en cambio, gana una coartada perfecta: “si llevamos roms en nuestras listas, no podemos ser racistas”. Una diversidad aparente que blanquea, pero no transforma.
El espejismo en Stačilo!
Algo parecido ocurre con Stačilo!, una coalición prorrusa que reúne a comunistas, nacionalistas y populistas resentidos. Sus bases tampoco buscan representación rom; su voto responde al nacionalismo duro y al rechazo a minorías. Aun así, Stačilo! coloca candidatos romaníes como Marco Cavali o Radek Onodi, que se presentan como activistas o ciudadanos orgullosos de su identidad.
Para el partido, no importa su trayectoria: lo que importa es mostrar una “pátina de pluralidad”. De ese modo, una organización señalada por tribunales por esquivar la ley electoral se presenta como incluyente, mientras tanto sigue alimentando división y resentimiento social.
Ante quién quieren justificarse
Ni SPD ni Stačilo! buscan convencer a sus seguidores habituales. Ellos ya están convencidos y comparten prejuicios contra los rom. De hecho, la verdadera función de estos candidatos es servir de escudo ante tres audiencias externas.
1. Primero, los medios nacionales, que critican a estas formaciones por racismo.
2. Segundo, la Unión Europea y otros observadores internacionales, que vigilan la situación de las minorías y emiten informes que afectan la reputación del país.
3. Y tercero, el elector moderado o indeciso, que duda entre varias opciones populistas y que podría sentirse más cómodo votando una lista aparentemente diversa.
En todos los casos, la inclusión es propaganda, no compromiso.
Qué ganan los candidatos romaníes
La pregunta es inevitable: ¿por qué aceptan? La respuesta combina varios factores. Por un lado, ser candidato significa visibilidad política, un bien escaso para los rom en Chequia. Aunque estén en posiciones imposibles, la candidatura da estatus, entrevistas y contactos.
Por otro lado, algunos lo ven como una oportunidad de ascenso individual, una forma de abrirse camino en un sistema que rara vez les da espacio. También hay quienes creen sinceramente que desde dentro pueden influir, aunque sea de manera limitada.
El costo, sin embargo, es alto: mientras ganan protagonismo personal, la comunidad se convierte en coartada simbólica de partidos que han hecho del odio una bandera
La otra cara: romaníes en partidos democráticos
No todas las candidaturas son tokenismo. En partidos democráticos hay intentos de representación real. Jaroslav Miko y Cyril Koky compiten bajo las siglas de STAN, con campañas visibles y trayectorias en defensa de derechos humanos.
En la coalición de gobierno SPOLU se presenta Josef Tokár, y en la oposición de ANO figura Marcel Ščuka, ambos con propuestas más tradicionales aunque, en contraste, sin el lastre xenófobo de SPD o Stačilo!. Estos casos muestran otra apuesta: disputar espacios en formaciones que, aunque no siempre prioricen la agenda rom, al menos no basan su éxito en demonizar a las minorías.
Línea de tiempo: de la representación al vacío
1990 – La Iniciativa Cívica Romaní (ROI) logra ocho mandatos en la federación checoslovaca. Karel Holomek, Ondřej Giňa y otros se convierten en diputados.
1992–1996 – Ladislav Body, rom elegido por el Partido Comunista, mantiene escaño tras la división del país.
1998–2002 – Monika Mihaličková, diputada por la Unión de la Libertad, es la última parlamentaria rom en la Cámara Baja.
2002–2024 – Más de veinte años de vacío total: ningún rom en el Parlamento.
2025 – Año récord en candidaturas: quince nombres en listas de todo el espectro político, pero la mayoría en puestos sin opciones.
Conclusión
La paradoja es evidente: en 1990 los romaníes tenían representación real en el Parlamento; en 2025 solo tienen rostros en las papeletas. En otras palabras, se habla de récord, pero es un récord vacío: más fotos, cero poder. La discriminación y el racismo no han disminuido, al contrario, se intensifican. Y mientras tanto, los partidos populistas se benefician del tokenismo, usando a candidatos rom como escudo propagandístico.

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