
El reconocimiento de Palestina no provino de toda la Unión Europea, sino de un grupo de países: Reino Unido, Portugal, Francia, Luxemburgo y Malta, acompañados por Canadá y Australia. Aun así, el gesto basta para proyectar la idea de que “Europa” legitima lo que Israel denuncia como un Estado terrorista.
Diplomacia europea que premia al terrorismo palestino
Europa reconoce a Palestina como Estado. En Israel lo interpretan como un aval a un “Estado terrorista”. La decisión de Canadá, Reino Unido, Australia, Portugal, Francia, Luxemburgo y Malta llega en un momento de máxima tensión en Oriente Medio. Este reconocimiento de Palestina se presenta como un gesto en favor de la paz, pero en la práctica se lee también como una legitimación de Hamás tras el 7 de octubre.
Reconocimientos con timing político
Ottawa, Londres, Canberra, Lisboa, París, Luxemburgo y La Valeta justifican su decisión como un intento de “revivir la solución de dos Estados”. Sin embargo, la pregunta es inevitable: ¿qué Estado se reconoce cuando gran parte de Gaza sigue bajo el control de Hamás, un grupo terrorista que mantiene a civiles como rehenes y ha jurado la destrucción de Israel?
Hoy, a casi dos años de la masacre, 48 israelíes siguen cautivos en túneles de Gaza. Para sus familias, este reconocimiento es una puñalada: se concede legitimidad diplomática mientras sus seres queridos permanecen bajo custodia de quienes los secuestraron.
¿El reconocimiento de Palestina equivale a un Estado real?
Aunque estos países lo denominen “Estado”, en realidad Palestina no es un Estado pleno en la ONU: tiene estatus de observador desde 2012 y su territorio no cumple criterios clásicos de soberanía. No es un país nativo sino una franja dominada por grupos árabes, dividida entre Gaza y Cisjordania, con apenas unos pocos kilómetros cuadrados bajo control efectivo.
Hamás celebra, Israel advierte
Lejos de ser un avance hacia la paz, el reconocimiento de Palestina fue festejado abiertamente por Hamás como una victoria política. El grupo terrorista agradeció a los países europeos y aliados por lo que considera un espaldarazo a su causa, una paradoja amarga: democracias occidentales siendo aplaudidas por una organización reconocida como terrorista.
Desde Jerusalén, la respuesta fue clara. El primer ministro Benjamín Netanyahu declaró:
“No habrá un Estado palestino. La respuesta al último intento de imponernos un Estado terrorista en el corazón de nuestro país se dará a mi regreso de Estados Unidos.”
Y envió un mensaje directo a los líderes que celebran este reconocimiento:
“Están dando un gran impulso al terrorismo.”
Netanyahu recordó que, bajo su liderazgo, Israel resistió durante años las presiones internacionales para aceptar un Estado palestino, duplicó los asentamientos en Judea y Samaria, y seguirá por ese camino.
Impacto en la alianza occidental
La fractura es evidente. Tres aliados históricos —Canadá, Reino Unido y Australia— junto a Portugal, Francia, Luxemburgo y Malta se alinean con una narrativa que, a ojos de Israel, desconoce su derecho a vivir en seguridad. Para Jerusalén, la señal es inequívoca: si el terrorismo obtiene reconocimiento diplomático, ¿qué incentivo queda para una negociación seria?
La crítica no proviene solo de Israel. Voces en Europa recuerdan que este paso se da sin exigir la liberación de los rehenes, enviando al mundo un mensaje peligroso: los secuestros masivos, lejos de ser castigados, pueden rendir frutos políticos.
Conclusión
Mientras Canadá, el Reino Unido, Australia, Portugal, Francia, Luxemburgo y Malta presentan su gesto como diplomacia de paz, en Israel se percibe como un error histórico. El reconocimiento de Palestina en estas condiciones no acerca la paz: la aleja, blanquea a un actor terrorista y legitima a Hamás. Que un grupo con rehenes en sus manos felicite a democracias consolidadas por su decisión debería ser motivo de alarma, no de celebración. Para Israel, el mensaje es inequívoco: Europa reconoce a un Estado terrorista y, al hacerlo, allana el camino a más violencia en lugar de a la paz.
