coalición ANO SPD Motoristé sobě control político en Chequia – bandera nacionalLa bandera checa en el Castillo de Praga. Foto: Miaow Miaow / Wikimedia Commons.

Los populistas y nacionalistas toman el poder en Chequia.
Su discurso de orden y patriotismo oculta otra meta: restringir derechos a extranjeros, reforzar la xenofobia y legitimar la discriminación por color de piel.

El acuerdo

Los populistas y nacionalistas que negocian el nuevo gobierno aseguran que traerán orden, seguridad y moral pública. Prometen defender los valores tradicionales y “proteger a la gente común” frente a élites y extranjeros.
Pero el texto de su acuerdo —ya cerrado en un 95 % y que será presentado al presidente Petr Pavel en los próximos días— muestra otra intención: concentrar poder político y social en torno a tres ejes —control social, control informativo y moralismo político—.
Según el vicepresidente de ANO, Karel Havlíček, será un “gobierno de centroderecha con control social”.
Esa frase lo revela todo: no buscan gobernar, sino adiestrar.

La distribución del poder

El reparto ministerial dibuja un mapa de control.

ANO se queda con Finanzas, Industria, Salud, Trabajo, Educación, Interior, Desarrollo Local y Justicia: el corazón administrativo y económico del Estado.
SPD controla Defensa, Agricultura y Transporte: los símbolos patrióticos y la retórica de soberanía nacional.
Motoristé sobě obtiene Asuntos Exteriores, Cultura, Medio Ambiente y un nuevo Ministerio de Deportes, Prevención y Salud: las áreas donde se forma la conciencia pública.

La distribución no es técnica, es ideológica.
Cada bloque concentra poder donde puede moldear comportamientos y percepciones.
Y todos comparten un mismo discurso: rechazo a la inmigración, hostilidad hacia los extranjeros y desconfianza hacia las minorías, especialmente los romaníes.

La creación de un Ministerio de Prevención y Salud, paralelo al de Salud, no es una casualidad burocrática: abre la puerta a un doble circuito de poder sobre la población.
El primero atiende; el segundo vigila.

Primer pilar: el cuerpo

Dentro del bloque social y sanitario, ANO y Motoristé concentran las carteras clave.
El nuevo Ministerio de Prevención y Salud duplica funciones, pero con otra intención: usar la prevención como herramienta moral.
En ese marco, los programas de salud sexual, las ayudas sociales o la inclusión de minorías podrían filtrarse según criterios políticos.
Así, el Estado pasaría de proteger a sus ciudadanos a clasificarlos por utilidad o docilidad.

La comunidad LGTB sería una de las primeras en peligro: varios dirigentes del SPD y de Motoristé sobě han expresado públicamente su rechazo a las uniones igualitarias y a la educación sexual inclusiva, según recordó Deník N.
Ese rechazo, repetido en discursos y redes, deja un mensaje claro: quien no encaje en su moral no merece asistencia pública.

Segundo pilar: la información

Paralelamente, la coalición reactivará el cargo de comisionado gubernamental para la digitalización, dependiente directamente del primer ministro.
Motoristé sobě celebró el acuerdo y participó en el diseño del programa de ciberseguridad.
Bajo el pretexto de proteger al país frente a amenazas híbridas, surgió un sistema centralizado de gestión digital y vigilancia informativa.

El presidente del club parlamentario de Motoristé, Boris Šťastný, declaró en Český rozhlas Plus que “la digitalización debe ser beneficiosa, no perjudicial, como antes”.
Pero detrás del discurso técnico se esconde un cambio político: la digitalización se usará como herramienta de control y censura.
Con el nuevo comisionado respondiendo al primer ministro, bastará un clic para dirigir la información oficial y limitar la disidencia.

Los primeros en quedar en la mira serían los periodistas.
Según Deník N, el eurodiputado Filip Turek, figura de Motoristé sobě, amenazó con demandar a la periodista Zdislava Pokorná tras revelar sus mensajes racistas, y fue denunciado ante la policía por su antiguo amigo y colega, el periodista Vojtěch Dobeš, quien aseguró temer por su integridad física.
Dobeš, especialista en el sector automovilístico, confirmó públicamente que él mismo archivó las capturas de las publicaciones racistas de Turek que hoy investiga la policía como posibles delitos de odio.
En declaraciones a Deník N y Romea.cz, afirmó que Turek “siempre estuvo fascinado por el nazismo y el fascismo italiano, y jamás intentó ocultarlo”.

El testimonio incluye un episodio concreto: según relató Dobeš a Deník N, Turek insultó al dueño negro de un puesto de comida en Pardubice y gritó “quiero una Hitler-burger”.
Dobeš, avergonzado, fingió no conocerlo.
Ese es el hombre que ahora podría representar a Chequia como ministro de Exteriores.

Detrás de esa arquitectura de control hay rostros concretos, hombres cuyas biografías explican mejor que cualquier decreto la naturaleza del poder que se avecina.

Cuando Havlíček habla de “control social”, se refiere justamente a esto: supervisar, condicionar y castigar a quien cuestione al poder.
Y hacerlo sin necesidad de cerrar medios, porque bastará negar acceso, fondos o visibilidad.
La digitalización estatal, bajo un liderazgo así, puede ser la censura con rostro moderno.

Los hombres detrás del volante

Petr Macinka, presidente de Motoristé sobě, fue durante años portavoz del expresidente Václav Klaus.
Según el semanario Respekt, su Klub motoristů y otras empresas carecen de auditorías y presentan opacidad contable, con vínculos empresariales difíciles de rastrear.
El movimiento que se presenta como voz de la gente común es, en realidad, un vehículo político-empresarial con dinero de origen incierto.

A su lado figura Richard Chlad, ex magnate del juego conocido como el rey de la industria de las apuestas.
Con un garaje lleno de coches clásicos, Chlad es hoy uno de los principales financiadores del movimiento.
Del casino a la política: el negocio es el mismo, solo cambian las fichas.

Motoristé sobě no es un partido antisistema; es un negocio privado en busca de poder público.
Y ahora está a punto de manejar ministerios estratégicos.Ya lo anticipábamos en mí cronica Los motoristas abren la ventana de Overton.

El futuro ministro que empuja al disidente

Petr Macinka intenta quitar un altoparlante a un manifestante durante un acto político de Václav Klaus en Praga el 28 de octubre de 2023. Captura del video original archiv X /@jura_haczek.
Petr Macinka intenta arrebatar un altoparlante a un manifestante durante un acto de Václav Klaus, en Praga (28 de octubre de 2023). Captura de video: archiv X /@jura_haczek.

Durante un mitin de Václav Klaus en 2023, un ciudadano tomó la palabra con un altoparlante para protestar. Petr Macinka, portavoz y hombre de confianza de Klaus, corrió hacia él y lo empujó para arrebatarle el aparato. La escena, grabada en video, resume el estilo político que hoy pretende gobernar: callar al otro no con argumentos, sino con las manos

El triángulo completo

Con la salud, la asistencia y la digitalización bajo control, las demás carteras —cultura, deporte, educación— servirán para reforzar el mensaje.
El objetivo no es administrar, es disciplinar: premiar al ciudadano obediente y castigar al que cuestione.
Las minorías, los refugiados y la comunidad LGTB serían los primeros en sentir el cambio.

Petr Pithart: la lucidez que falta

El ex primer ministro Petr Pithart, una de las voces morales más respetadas del país, habló sin rodeos en Český rozhlas Plus:
“Estábamos acostumbrados a los fascistas. Pero ahora tenemos nazis, y son ellos a quienes hay que temer.”

No hablaba del pasado, sino de la coalición que se prepara para gobernar.
Pithart distingue entre los fascistas de las calles y los nazis de los despachos: los de hoy visten traje y firman decretos.

Mientras el presidente Petr Pavel se muestra cómodo con el equilibrio institucional, Pithart advierte sobre el precio de esa pasividad.
La democracia checa no caerá por golpe, sino por indiferencia cultivada.
Y la mayoría lo sabe: el nuevo poder no va contra ellos.
Por eso lo aceptan.

El silencio conveniente ante la coalición ANO SPD Motoristé

Las palabras de Pithart apenas generaron eco.
Algunos medios lo citaron como “el ex primer ministro”, sin mencionar que llamó nazis a los nuevos socios de gobierno.
Fuera de Romea.cz, nadie quiso prolongar el debate.
El resto optó por la distancia: editoriales tibios, comentarios técnicos, frases neutras sobre inestabilidad o riesgo de polarización.

Ese silencio no es prudencia, es acomodamiento.
Hablar claro cuesta subvenciones, contratos y acceso a ministerios que pronto estarán bajo control de los mismos a quienes Pithart advirtió.
En un país donde la mayoría siente que el látigo no va contra ellos, callar se volvió la forma más cómoda de pertenecer.

Las minorías que hablaron, la mayoría que calla

Mientras los grandes medios miraban a otro lado, fueron las minorías nacionales quienes levantaron la voz.
Representantes de las comunidades belarusa, búlgara, georgiana, alemana, polaca, romaní, rusa, rutena, eslovaca, ucraniana y vietnamita firmaron una declaración conjunta contra el nombramiento de Filip Turek.
La firmaron también representantes ajenos al Consejo, pertenecientes a las comunidades tátara de Crimea, kurda, lituana y romaní vlax.
El documento, difundido por Romea.cz y confirmado por Deník N, lo calificó como incompatible con los valores democráticos y pidió expresamente al presidente Petr Pavel y a Andrej Babiš que no lo incluyeran en el nuevo gabinete.

Fue un gesto minoritario, pero valiente.

Comunidades que viven bajo prejuicio y sospecha fueron las únicas en defender abiertamente la dignidad del país.
La mayoría checa, en cambio, eligió callar.
No por miedo, sino por cálculo: saben que el nuevo poder no los perseguirá a ellos.
Callar se volvió una forma de estar del lado ganador.

El punto de no retorno

Si Petr Pavel acepta sin condiciones al bloque ANO-SPD-Motoristé sobě, Chequia cruzará un umbral del que será difícil volver.
El poder se concentrará en manos de quienes han normalizado el racismo, despreciado a la prensa y usado la palabra control como promesa electoral.
La digitalización servirá para vigilar, la salud para disciplinar y la cultura para reescribir el relato.

Andrej Babiš lo sabe. Su silencio no es neutralidad, es cálculo: dejar que otros ensucien el terreno mientras él conserva la imagen de moderado.
Petr Pavel también lo sabe. Pero el presidente que se presentó como garante de la decencia cívica parece dispuesto a firmar lo que no se atreve a defender.
Su inacción, más que prudencia, es una forma elegante de rendición.

Las instituciones checas siguen en pie, pero por inercia.
Una vez que los ministerios clave queden bajo esta coalición, la línea entre administración y represión será solo administrativa.
No hará falta censura ni represión abierta: bastará con quitar micrófonos, fondos o visibilidad.

Eso no es política conservadora.
Es el inicio de un proyecto moralista y excluyente, que se legitima votando y se sostiene callando.
Y cuando un país aprende a convivir con eso sin escándalo, ya no vive en democracia: vive en su versión funcional.

Poco después, los hechos le dieron forma concreta a esa deriva.
El canal público ČT24 informó que Andrej Babiš, líder del movimiento ANO y probable futuro primer ministro, dio su visto bueno al programa común de gobierno con SPD y Motoristé sobě. Según el vicepresidente de ANO, Karel Havlíček, las negociaciones cerraron los principales capítulos y compromisos del acuerdo, que en su mayoría reproducen el programa electoral de ANO. Babiš presentará los resultados al presidente Petr Pavel, según confirmó la Oficina Presidencial.
(Fuente: ČT24).

Por cronicasexilio

Journalist and human rights defender. Currently in exile in Europe, where I continue to denounce discrimination, racism, and the rise of neo-Nazism. In this space, I share chronicles, investigations, and reflections from the perspective of resistance.

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