Babiš vyhrává volby v Česku a slaví vítězství hnutí ANO v Praze, 2025.Andrej Babiš slaví vítězství hnutí ANO v Praze, 2025. Zdroj: Wikimedia Commons, autor Martin Divíšek / EPA / Profimedia.

Babiš gana elecciones en Chequia con casi el 35 % de los votos, cuatro años después de haber perdido el poder

El magnate Andrej Babiš vuelve al centro político del país y busca formar gobierno junto al partido extremista SPD de Tomio Okamura y los Motoristé sobě.

El regreso de Babiš y el nuevo mapa político

Las elecciones parlamentarias de 2025 en la República Checa concluyeron este sábado con una victoria clara para el movimiento ANO, liderado por el ex primer ministro Andrej Babiš. Con el 34,8 % de los votos, ANO se impuso en 13 de las 14 regiones del país, superando ampliamente a la coalición gubernamental Spolu, que obtuvo el 23,1 %.

Los resultados, publicados por la Oficina de Estadística Checa (ČTK), confirmaron lo que los sondeos anticipaban. Marcan un retorno de la política personalista y una fuerte inclinación del electorado hacia opciones nacionalistas y populistas.

Babiš vuelve así al centro del poder y ya negocia con Tomio Okamura (SPD) y el grupo Motoristé sobě, una combinación que podría darle mayoría en la Cámara de Diputados. El ex primer ministro asegura que quiere un “gobierno estable y unicolor”, aunque los números no le alcanzan sin esos socios. Las tres fuerzas tienen orígenes distintos. Comparten, sin embargo, un hilo común: la promoción del rechazo al extranjero desde las propias instituciones del Estado.

La nueva legislatura comenzará marcada por una ausencia que se repite desde hace años: ninguna persona romaní fue electa al Parlamento. Esa falta de representación revela una brecha profunda en el sistema político checo, donde las minorías siguen invisibles y los discursos sobre inclusión apenas tienen espacio. Los partidos que dominaron la campaña —desde el centro hasta la extrema derecha— evitaron hablar de desigualdad, racismo o derechos de las minorías.

El perfil del magnate y su regreso al poder

ANO (“Acción de Ciudadanos Descontentos”) nació en 2011 como un movimiento empresarial antipartidos. Su fundador, Andrej Babiš, es un magnate agroindustrial y uno de los hombres más ricos del país.

Durante su mandato como primer ministro (2017–2021) concentró poder político y económico. Enfrentó acusaciones de fraude con fondos europeos, conflicto de intereses y uso de sus medios de comunicación para influir en la opinión pública.

Con esta victoria, Babiš gana elecciones en Chequia por segunda vez en menos de una década. Demuestra que su poder económico sigue pesando más que las causas judiciales que lo persiguen.

Pese a ello, conserva una base leal. Muchos lo ven como un gestor eficaz y “antiélite”. Su regreso al poder muestra que la memoria política checa es corta. El descontento, en cambio, es largo. El resultado confirma lo que los sondeos ya adelantaban: Babiš gana elecciones en Chequia y consolida su retorno político tras cuatro años de oposición.

Okamura y el SPD: del populismo al extremismo institucional

Tomio Okamura, líder del SPD, aliado de Babiš tras las elecciones en Chequia.
Tomio Okamura, líder del SPD. Fuente: Wikimedia Commons (CC BY-SA 4.0).

El SPD (Libertad y Democracia Directa), liderado por Tomio Okamura, es una fuerza abiertamente extremista. Su discurso mezcla populismo étnico, ultranacionalismo y un euroescepticismo agresivo. Ha pedido referendos sobre la permanencia de Chequia en la Unión Europea y promueve políticas de “prioridad nacional” que excluirían a los extranjeros de ayudas sociales.Puedes leer también: la crónica sobre Okamura y Konečná, donde se analiza la alianza que consolidó el auge del extremismo político en Chequia, publicada previamente en este blog.

Durante la campaña, Okamura también dirigió ataques a la prensa. En declaraciones recogidas por Seznam Zprávy, acusó a los medios de ser “propagandistas del sistema” y justificó su negativa a responder preguntas de periodistas a los que calificó como “enemigos políticos” (Seznam Zprávy).

Además, el partido enfrenta denuncias por incitación al odio en campañas gráficas que asocian a extranjeros con delincuencia y amenazas a la identidad nacional, según documentó Deník N (Deník N).
Okamura convierte el miedo en política y la desconfianza en bandera: divide, desacredita y gana terreno cada vez que logra que el debate se reduzca a “nosotros contra ellos”.Lee también: La ultraderecha que muta en Chequia: estética, violencia e impunidad institucional

Filip Turek, el político investigado por violencia doméstica y su relación con símbolos neonazis

El movimiento Motoristé sobě nació en 2021 como una plataforma populista que se presentaba como la voz de “los automovilistas olvidados”, en oposición a las políticas medioambientales europeas y a lo que llamaban “la dictadura ecológica de Bruselas”.
Su discurso, inicialmente técnico, pronto se transformó en una cruzada ideológica contra los impuestos verdes, los inmigrantes y las minorías. Como ocurre con muchos movimientos populistas en Europa, envolvió su mensaje en causas cotidianas —el precio del combustible, la libertad de conducir, la burocracia europea— para ampliar su base de apoyo y suavizar el contenido político de su programa.

Su líder honorario, Filip Turek, expiloto y empresario con inclinaciones nacionalistas, es una figura rodeada de polémica. Desde 2022, el partido Motoristé sobě designó como presidente formal a Petr Macinka, mientras Turek se mantiene como rostro mediático y “presidente honorario”. Según Brno Daily (24 de junio de 2025), Turek enfrenta una investigación por violencia doméstica, amenazas con arma de fuego y violación, tras una denuncia presentada por su expareja ante la Fiscalía de Praga.


A ello se suman viejas controversias: en 2013 escribió en redes sociales sobre Hitler como “zlatý tatíček” (“padre dorado”) y fue fotografiado con objetos vinculados a simbología nazi —entre ellos, un casco dorado asociado al grupo griego Golden Dawn y un candelabro con una esvástica—, según CNN Prima News (6 de junio de 2024).

El relevo de 2022 fue solo una maniobra de imagen: apartaron a Turek del liderazgo formal para sortear el escándalo, pero mantuvieron su influencia intacta. Macinka asumió la presidencia como rostro más presentable, mientras Turek siguió marcando el discurso y el tono del partido.

Con este historial, la alianza entre Babiš (ANO), Okamura (SPD) y Turek (Motoristé sobě) representa mucho más que un pacto político: es la unión del poder económico, el extremismo institucional y la intolerancia social bajo un mismo techo.

Cuando la falta de pluralidad alimenta el extremismo

Con estos tres actores, la República Checa se adentra en una etapa sin contrapesos reales. No porque falten partidos, sino porque casi todos comparten la misma raíz: nacionalismo, populismo y desconfianza hacia el modelo liberal europeo. La diferencia ya no es de ideas, sino de tono y de estrategia.

Si Andrej Babiš logra formar una coalición con Tomio Okamura (SPD) y Filip Turek (Motoristé sobě), el nuevo Parlamento sería más homogéneo que nunca: dominado por partidos populistas y figuras con discursos abiertamente extremistas. Una alianza de ese tipo no significaría una alternancia democrática, sino un retroceso peligroso hacia la intolerancia política. En ese escenario, las voces que defienden los derechos humanos o la inclusión quedarían reducidas a la marginalidad, y el debate público se movería entre la demagogia, el nacionalismo y el miedo como instrumentos de poder.

La política se ha convertido en un espejo: todos se parecen y excluyen sistemáticamente a quienes también deberían representar —las minorías, los extranjeros y los sectores vulnerables.

El peligro no reside solo en Babiš o en Okamura, sino en lo que podrían representar juntos: una sociedad que normaliza el miedo como herramienta política. Durante la campaña, ambos —junto a Filip Turek (Motoristé sobě)— construyeron su mensaje sobre la desconfianza hacia los extranjeros, los romaníes y los refugiados, presentándolos como una amenaza para la estabilidad del país. También atacaron a los ecologistas y a quienes defienden los derechos humanos, reduciendo el debate público a una lucha entre “ellos y nosotros”. No ofrecieron soluciones, sino culpables convenientes. Que Babiš haya ganado las elecciones pese a las causas judiciales que enfrenta demuestra la fragilidad del sistema democrático: un electorado agotado que prefiere la promesa de fuerza antes que la rendición de cuentas.

El costo del miedo político en la nueva Chequia

Cuando un país vota movido por el miedo, la rabia o la nostalgia de un pasado idealizado, deja de elegir proyectos y empieza a elegir enemigos. Eso es lo que ocurre hoy en la República Checa: el discurso del miedo, amplificado por Babiš, Okamura y Turek, ha dejado de ser marginal para convertirse en estrategia de poder.
Si esta alianza llega a concretarse, el país no solo enfrentará un retroceso político, sino una transformación más profunda: la institucionalización del extremismo bajo apariencia democrática.
La Chequia que emerge de estas elecciones ya no discute ideas, discute identidades. La pertenencia se impone sobre la razón, y el miedo reemplaza al diálogo.
Y en ese terreno —donde el “nosotros” se construye negando a los otros— todos terminan perdiendo, incluso quienes hoy celebran la victoria.

Por cronicasexilio

Journalist and human rights defender. Currently in exile in Europe, where I continue to denounce discrimination, racism, and the rise of neo-Nazism. In this space, I share chronicles, investigations, and reflections from the perspective of resistance.

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