Marcha neonazi en Chequia

Marcha neonazi en Chequia

En algunos barrios de la República Checa, grupos neonazis marchan sin miedo. Visten sudaderas con el número 44, símbolo de la División SS Das Reich, una unidad nazi célebre por sus crímenes en la Segunda Guerra Mundial. No esconden su ideología: alaban a Hitler en redes, pintan esvásticas en cementerios judíos y atacan a minorías.

Los romaníes son su blanco principal, con agresiones físicas documentadas. También hostigan a inmigrantes musulmanes con insultos racistas y amenazas que a veces se convierten en violencia.

Crímenes de odio en Chequia

En 2024, el Ministerio del Interior checo reportó 159 crímenes de odio, muchos impulsados por supremacistas blancos que sueñan con una “Europa limpia” de musulmanes, judíos y roma. Grupos como los Soldados de Odín patrullan las calles y hostigan a inmigrantes musulmanes.

Ya en 2020, el Centro Simon Wiesenthal había alertado sobre neonazis alemanes que usaban Chequia como base para planear ataques contra mezquitas. La policía suele minimizar denuncias menores y solo actúa cuando los medios internacionales presionan.

El neo-nazismo checo

Estos neonazis, que llaman “invasores” a los musulmanes, tienen un adversario que comparte el mismo veneno: los islamistas radicales. Ellos buscan imponer un califato global y desprecian a los “cruzados europeos”. Lo que los une, en una ironía macabra, es su odio compartido al pueblo judío.

El resurgimiento neonazi es innegable. En 2024, el Ministerio del Interior informó de miles de manifestaciones de extremismo de derecha y contabilizó más de 4.000 militantes activos. Muchos son reclutados en línea entre jóvenes sin vínculos previos con la escena tradicional.

Estos grupos —desde skinheads locales hasta “nacionalistas checos”— glorifican a las SS y a Hitler. Organizan desfiles con runas, pintan grafitis en cementerios judíos y atacan a roma y extranjeros.

Un informe gubernamental de mayo de 2025 advierte que los neonazis han migrado a las plataformas digitales. Allí ya no se presentan como “anti-sistema”, sino que buscan insertarse en partidos como el SPD de Tomio Okamura, que juega con retóricas antiinmigrantes.

El costo para los romaníes

Los romaníes enfrentan lo peor de esta violencia. En 2024, Chequia adoptó la definición de “antigitanismo” como una forma específica de racismo, reconociendo agresiones, esterilizaciones forzadas y violencia física contra esta minoría.

Sin embargo, la realidad es sombría: en marzo y junio de 2023 se reportaron nuevos ataques contra la comunidad roma. La impunidad policial perpetúa el ciclo, como denunció Amnistía Internacional.

Un caso histórico que sigue resonando es el de Natálka, la niña roma gravemente herida en 2009 cuando neonazis checos lanzaron bombas incendiarias contra su casa. En 2023, algunos de los condenados obtuvieron libertad condicional, lo que desató indignación pública, según Romea.cz.

Islamistas radicales: el otro extremo

En el otro extremo, los islamistas radicales —grupos como ISIS, Hamás o Hezbollah— representan un purismo opuesto. Sueñan con un califato islámico que rechace la “decadencia aria” de Occidente.

Ven a los europeos como “cruzados infieles” que apoyan a Israel. Su odio a los judíos es teológico y político: el “sionismo” como enemigo mortal, con llamados a la destrucción en textos como la carta de Hamás. En Europa, esto se traduce en atentados: el de Múnich en 1972 por Septiembre Negro, o el de Copenhague en 2015 contra una sinagoga.

El conflicto en Gaza y su impacto

El conflicto en Gaza ha disparado los incidentes. En mayo de 2025, la Liga Antidifamación (ADL) reportó un “aumento dramático” del antisemitismo en Europa, con picos tras el 7 de octubre de 2023. Muchos estaban ligados a retórica islamista disfrazada de “solidaridad palestina”.

En Alemania, los incidentes antisemitas casi se duplicaron en 2024. Hubo ataques a sinagogas y vandalismo atribuido con frecuencia a extremistas musulmanes, según datos oficiales del gobierno alemán.

A finales de 2023, Human Rights Watch también alertó sobre un “pico en antisemitismo e islamofobia”, destacando la violencia incitada por la retórica yihadista.

Redes sociales como caldo de cultivo

En redes como X, los ejemplos son recientes. En febrero de 2025, un hilo viral detalló una ola de violencia en Europa: tiroteos con AK-47 en Bruselas, un ataque con granada en Grenoble que dejó 15 heridos, un atropello islamista en Múnich, apuñalamientos masivos en Austria y un apuñalamiento en el Memorial del Holocausto de Berlín.

Otro post de ese mes mencionaba apuñalamientos contra policías en París y tiroteos en Bielefeld, cuestionando si el islam puede presentarse como “religión de paz”.

En el Reino Unido, la organización Community Security Trust (CST) documentó 1.521 incidentes antisemitas en la primera mitad de 2025, muchos con tintes islamistas. Y un análisis de julio de 2025 advierte que TikTok se ha convertido en un caldo de cultivo para predicadores yihadistas que difunden narrativas antisemitas.

El paralelismo: dos lobos que devoran al mismo cordero

Imaginemos dos lobos peleando por territorio: neonazis e islamistas radicales se atacan —la “raza aria” contra la “umma islámica”—, pero su odio converge en un mismo blanco: los judíos.

Mientras los neonazis gritan contra los musulmanes y glorifican a Hitler, los islamistas responden con yihad contra los “nazis europeos”.

En 2023, el Parlamento Europeo registró un aumento de los ataques terroristas. La retórica antisemita y anti-musulmana se alimentaba mutuamente. En Europa del Este, el ciclo se repite: un asalto neonazi contra roma o musulmanes alimenta la radicalización islamista, y viceversa, dejando a los judíos como eterno chivo expiatorio.

Conclusión: un ciclo que Europa debe romper

La impunidad agrava todo. En Chequia, denuncias contra neonazis se ignoran salvo en casos mediáticos. En Francia o Alemania, los ataques islamistas se minimizan como actos de “locos solitarios”, según Amnistía Internacional.

La historia evoca el Holocausto —cuando los nazis exterminaron a judíos, romaníes y disidentes—, pero hoy lo que domina es un dúo de extremismos que se retroalimenta.

En las calles de Praga, donde testigos ven sudaderas con el número “44” y agresiones que quedan impunes, este paralelismo es tangible: dos extremismos que se alimentan mutuamente, con los judíos como blanco común.

El conflicto en Gaza ha avivado aún más las llamas en 2025. El antisemitismo reaparece bajo el disfraz de “solidaridad”, según la ADL.

Pero también hay señales de avance: la definición checa de antigitanismo y las advertencias de la ONU contra la violencia hacia los roma marcan pasos en la dirección correcta.

Romper este ciclo exige no solo leyes —como la norma checa contra la propaganda nazi—, sino vigilancia diaria frente al odio que logra unir a enemigos irreconciliables.

Imagen ilustrativa de un grupo islamista armado

por cronicasexilio

Periodista y defensora de derechos humanos. Actualmente en el exilio en Europa, donde continúo denunciando la discriminación, el racismo y el auge del neonazismo. En este espacio comparto crónicas, investigaciones y reflexiones desde la resistencia.

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